Plan Director de recuperación del Valle Salado
El plan director
El estudio arqueológico de las Salinas de Añana forma parte del Plan Director que está siendo elaborado de manera multidisciplinar por varios equipos con el fin de crear el instrumento clave para su recuperación integral.
El conjunto de estudios históricos ha sido encomendado al Grupo de Investigación en Arqueología de la Arquitectura de la Universidad de País Vasco, que se ha planteado como objetivo prioritario conocer la evolución histórico-constructiva del valle, cuyo entendimiento hará posible explicar sus transformaciones a lo largo de la historia, su diacronía, sus fases; en definitiva todos los avatares que ha sufrido el complejo salinero a lo largo de sus 1181 años documentados de historia.
El estudio realizado posee desde el punto de vista arqueológico una complejidad enorme, debido a las particulares características del lugar -concentración de una actividad económica en un mismo lugar durante al menos 1.181 años-, así como a su tamaño -5.648 eras ocupando una superficie de unos 111.000 m2-. Por ello, hemos tenido que adaptar los recursos metodológicos usuales al caso específico del valle salado, replanteándonos los sistemas de trabajo, incluso durante la ejecución del propio estudio.
En el estado actual de la investigación, en la que resta aún por conocer los resultados de varios estudios que se encuentran en curso, podemos dividir la evolución del valle en tres periodos principales, uno inicial en el cual las soluciones constructivas responden al conocimiento tradicional de los artesanos de época preindustrial, uno intermedio en el que a partir de principios del siglo XIX la Administración Real participa activamente con la intención de fomentar la calidad y cantidad de la producción, y uno final, que abarca prácticamente el siglo XX, en el que se intenta por todos los medios masificar la producción, introduciéndose como principal innovación la utilización del cemento.

Fases de la evolución constructiva:
Periodo I: La época preindustrial.
Las infraestructuras del complejo productivo en este período, estaban repartidas -al menos desde la Alta Edad Media- por todo el valle, entre el manantial principal situado en la parte alta del valle y la iglesia de Villacones, situada en el extremo opuesto. Las construcciones se encontraban circunscritas a la parte baja de las laderas, aprovechando aquellas zonas cuya morfología era más apta, esto es, desniveles poco acusados, en los que las obras de aterrazamiento no exigían un gran esfuerzo.
La construcción de los aterrazamientos era aleatoria, adaptándose a los desniveles naturales de las laderas del valle, no conformando terrazas lineales, sino agrupamientos de extensión variada delimitados por caminos. Los pozos de escasa capacidad se encontraban excavados en el terreno, pudiendo estar abiertos o bajo las eras a modo de pozos de boquera, lo que provocaba la necesidad de la extracción continua del agua para proceder al riego, que era el sistema productivo para la obtención de sal utilizado en este período.
Periodo II: El intervencionismo Real.
La Administración Real y los propios productores tenían constancia ya desde al menos el siglo XVI de que el valle salado podía producir mucho más de lo que estaba produciendo, y que este fallo se debía en gran parte a las deficientes infraestructuras de la fase anterior; por ello la Administración, en 1801, promovió una reforma generalizada del valle con el fin de mejorar la calidad de la sal, aumentar su producción y evitar la importación ilegal.
Esta reforma integral del valle salado provocó la práctica desaparición de las fases constructivas anteriores, de las cuales sólo se conservaron aquellos elementos que eran compatibles con las innovaciones técnicas adoptadas.
Periodo III: El abandono de la lógica constructiva. La introducción del cemento (s. XX)
La pérdida de competitividad productiva debida principalmente al auge de las salinas costeras en las que se habían introducido importantes mejoras técnicas, provocó que los productores intentaran extraer el máximo rendimiento posible a sus propiedades, sin importarles que ello conllevara un rápido deterioro del conjunto salinero y desembocara en la práctica desaparición de su fábrica.
Por ello, este periodo se caracteriza por el abandono de las técnicas constructivas consideradas tradicionales, debido principalmente a la utilización del cemento como material constructivo predominante. Su aplicación se centró principalmente en dos ámbitos, el primero en el constructivo, ya que mediante encofrados de mortero de cemento se construyeron numerosas estructuras y el segundo en el productivo, al utilizarse el cemento como superficie de las eras. Este hecho supuso un incremento considerable de la producción, ya que se facilitaba la recogida de la sal y se abarataban considerablemente los gastos de construcción de las eras.
Sin embargo esta innovación supuso el comienzo del fin de las salinas, ya que el material empleado no se podía reutilizar, por lo que las reparaciones de las superficies de las eras se realizaban mediante la superposición de capas, lo que conllevaba un aumento considerable de peso, incrementándose al mismo tiempo la posibilidad de derrumbe de la estructura.
Con el tiempo, la sucesiva reparación de las infraestructuras fue generando una cantidad de escombro ingente que los granjeros no evacuaban de las salinas debido a la complicación y elevado coste de su transporte.
Todo ello unido a la definitiva pérdida de rentabilidad económica de la producción a partir de los años 60, produjo el abandono de la producción de sal, provocando en apenas 40 años el estado de ruina que podemos apreciar actualmente en gran parte del valle.
Año de intervención: 2000-2004
Dirección: Agustín Azkarate
Coordinación: Alberto Plata